![]() |
Museo del Prado | ![]() |
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía | ![]() |
Museo Nacional de Cerámica González Martí | ![]() |
Museo del Traje |
![]() |
Museo Arqueológico Nacional |
OIKOS. LOS ESPACIOS DOMÉSTICOS
Mensaje de error
- Notice: unserialize() [function.unserialize]: Error at offset 6681 of 6731 bytes in views_db_object->load_row() (line 2311 of /home/museosen/public_html/sites/all/modules/views/includes/view.inc).
- Notice: unserialize() [function.unserialize]: Error at offset 7220 of 7270 bytes in views_db_object->load_row() (line 2311 of /home/museosen/public_html/sites/all/modules/views/includes/view.inc).
- Notice: unserialize() [function.unserialize]: Error at offset 12791 of 12841 bytes in views_db_object->load_row() (line 2311 of /home/museosen/public_html/sites/all/modules/views/includes/view.inc).
- Notice: unserialize() [function.unserialize]: Error at offset 6838 of 6888 bytes in views_db_object->load_row() (line 2311 of /home/museosen/public_html/sites/all/modules/views/includes/view.inc).
SALA 36 PLATAFORMA 3
En la casa griega convivían varias mujeres que ocupaban un lugar concreto dentro del gineceo, donde residían la esposa, las hijas y los hijos mientras eran pequeños, las sirvientas, alguna otra pariente, y las concubinas, todas unidas por una condición común: el vivir al margen de la vida pública al servicio de los hombres. La diferencia entre la esposa y la concubina es que sólo la esposa podía aportar a la familia hijos legítimos. Las salidas al exterior de la casa de las mujeres debían estar limitadas a las compras, las visitas a las fuentes o a las fiestas religiosas. Esto cambió a partir del siglo IV a.C. o en el período helenístico, momento a partir del cual, la relación con los varones dentro de la familia comienza a ser más igualitaria, aunque siguieron sin ser ciudadanas de pleno derecho ya que no podían votar, ni por lo general heredar. Sin embargo, dirigían la casa y controlaban el hogar. Criaban a los niños, y salvo las más pobres, podían tener esclavas y disponer de ciertos espacios de ocio como eran las fuentes públicas y las visitas a santuarios en ocasión de las festividades en las que podían encontrarse con personas más allá del círculo familiar.
LA BODA: VITRINAS 6 y 7
Las niñas griegas eran criadas para ser esposas, y dependían de su marido en una eterna minoría de edad. Si enviudaban pasaban de nuevo a depender del padre o incluso de los hermanos o los hijos. Las bodas eran los actos más importantes en la vida de las mujeres ya que suponían un cambio en su realidad cotidiana y en su consideración social.
Veamos un momento el modelo mítico de boda ateniense. En este dinos, en la vitrina 7 se cuenta cómo la nereida Tetis fue raptada por el mortal Peleo, de cuya unión nacerá el héroe Aquiles. La novia intenta escapar de los brazos de Peleo mientras pide ayuda a sus hermanas las Nereidas. Sin embargo, la preparación de la boda sigue adelante sin su consentimiento. Pese a que intenta escapar, los personajes de su entorno preparan la boda: Eros y la paloma traen cintas nupciales, mientras, hipocampos, delfines, peces, dragones y otros animales marinos adornan la escena y colaboran en la creación del ambiente de la boda con los regalos que las hermanas llevan a la novia. Esta representación sugiere que para la realización del matrimonio no era necesario el consentimiento de la desposada y que no se tenían en cuenta sus deseos o temores, ya que en realidad, las bodas eran un intercambio entre familias que aseguraban así su descendencia legítima. En la iconografía griega están muy presentes las imágenes del “rapto”, presentado como un suceso violento para las mujeres que tienen que salir de su oikos familiar para entrar para siempre en la casa del esposo. El matrimonio era en realidad la única vía para que las mujeres consiguiesen reconocimiento social. Existía el divorcio, pero los hijos pertenecían siempre al padre.
Las mujeres tenían espacios comunes fuera del hogar como las fuentes públicas y las fiestas religiosas. Las fuentes, como vemos en la hidria nº 3, son una representación muy abundante, y aunque algunos autores hablan de que posiblemente ir a buscar agua para el uso doméstico era una tarea encomendada a las esclavas, es evidente que eran importantes las actividades en torno al agua ya sea para coger el agua ritual para determinadas fiestas o los gestos en torno a la pila de agua (luterion) en el baño ritual de la boda.
Los preparativos de la novia eran una tarea del grupo más cercano de mujeres: la madre, las amigas, las familiares que la acompañaban en los rituales previos, y las riquezas que portaba en adornos y joyas representaban la riqueza de la familia. La novia suele aparecer velada, con alguna rama de mirto, que era la planta de Afrodita, y que representaba el vínculo conyugal.
Abunda la iconografía en la que, de manera ritual, se alude a la ceremonia nupcial que se compone de varios momentos: el acuerdo entre el padre y el esposo, el baño de purificación de la novia con agua traída de una fuente, como vemos en la lebeta nupcial nº 2, la entrega de la dote por parte del padre, la procesión en la que la novia es llevada desde la casa del padre a la del marido.
De esos acontecimientos, los pintores insisten en destacar el baño ritual y la procesión, que solía ser nocturna y tenía un gran valor simbólico. Se hacía a pie o en carro, y los novios iban rodeados por un cortejo de familiares y amigos como nos muestra la hidria nº 4. La madre de la novia es una de las que portan las antorchas, hay un guía, un acompañante de la pareja, y un niño con los dos padres todavía vivos. En muchos casos se le da un gran valor representativo a la puerta de la morada del novio, que marca el punto de inflexión para una nueva vida para las mujeres. La música jugaba un papel importante en el día de la boda, y las amigas de la novia eran las encargadas de entonar los cantos del himeneo en la puerta de la habitación nupcial.
La novia aparece a veces semicubierta por un velo. Son comunes también las representaciones en las que el novio la agarra por la muñeca, como símbolo de la toma de la esposa. Todo ello indicaba que una mujer cambiaba de morada (oikos), pero también de amo (kurios) en un contrato de cesión de la tutela femenina.
Para las mujeres, el matrimonio suponía asumir la responsabilidad de llevar una casa y cumplir el papel de madre de ciudadanos. En la cratera de cáliz del Pintor de Aquiles podemos ver cómo el artista nos plantea la disimetría en el poder que ambos cónyuges tendrán en el hogar, es decir, los dos ámbitos de actuación dentro de una perspectiva funcional: el hombre, el espacio exterior y ciudadano con sus iguales en el marco de la polis y la mujer, el espacio interior y el control del núcleo de producción que constituye el oikos.
EL HOGAR: VITRINA 8
Como podemos observar en esta vitrina, los pintores reflejan el espacio privado como algo propio de las mujeres. Los objetos que aquí vemos son un reconocimiento a la tarea de los cuidados que ellas llevan a cabo, al mismo tiempo que cumplen la función de reforzar el paradigma de la laboriosidad femenina en el interior del oikos.
Los objetos en las manos femeninas son muy variados, e indican no sólo una actividad, sino un estatus, siendo calificada a través de ellos. Es el caso de las píxidas y lecanes para guardar cosméticos o adornos o de los vasos de perfume como lécitos, plemócoes (nº 26) o alabastrones (fondo de vitrina) que a menudo se decoran con escenas de gineceo. Lo más común es que las imágenes remitan al hilado, a veces al tejido, con cestos de lana o pequeños telares, que indican una de las principales cualidades de las mujeres: la laboriosidad. Pese a que en una sociedad esclavista como la ateniense, el trabajo manual no tuviese un gran valor para los hombres, a las mujeres se les alababa su capacidad para elaborar finos bordados y tejidos de lujo como evoca el peplo de la terracota nº 22. Mientras que para los hombres el lugar para adquirir prestigio era la guerra o la política, las mujeres podían adquirirlo por su dedicación a las tareas manuales. El tejer era la tarea femenina por excelencia, y a ella se dedicaban las mujeres de cualquier clase social, desde las más humildes a las más acaudaladas.
LAS EDADES DE LA VIDA: VITRINA 9
Las mujeres son las depositarias de los conocimientos necesarios para que la vida se reproduzca en la sociedad patriarcal. La alimentación, los cuidados sanitarios básicos de ancianos y niños, la producción de ropas de abrigo, y también la transmisión de los rituales y los mitos de forma oral.
Una vez al año, esposas y madres celebraban una fiesta, las Tesmoforias, dedicadas a la diosa Deméter y su hija Perséfone, que tenían como fin aumentar la fertilidad. Era un festival que se celebraba durante varios días fuera de la ciudad, a la que podían acudir sólo las mujeres casadas. Allí podían expresarse libremente, y adoptar actitudes masculinas, como el comer tumbadas. En este festival se utilizaban plantas contraceptivas como la granada o la menta que favorecen el aborto, lo que sugiere que las mujeres tenían un cierto control sobre la natalidad.
Si comparamos las representaciones griegas con las egipcias, es evidente que los artistas griegos se interesaron mucho menos por elaborar imágenes de maternidad. En todo caso, parece que les motivaron más las maternidades olímpicas. Mientras que este tipo de imágenes en la pintura de vasos no son tan frecuentes como otros temas, las encontramos de forma más abundante en pequeño formato, en figuras que parecen una continuidad de la diosa Isis amamantando a su hijo, que fue la base de todas las representaciones cristinas de la Virgen con el niño, y constituyen todo un leitmotiv en el arte mediterráneo, como nos muestra la terracota a la izquierda de la vitrina. Abundan las representaciones de niños como figuras aisladas o jugando entre ellos en pequeños vasos rituales. Aunque también existen representaciones de los bebés con sus padres, para los pintores de vasos, la maternidad y la infancia no son sus temas favoritos.
En el mundo griego, se realizaban fiestas con carácter iniciático que celebraban ritualmente el paso de niñas a mujeres. Las niñas no vivían un período de transición formativa tan largo como los varones, pues nada más salir de la infancia eran entregadas en matrimonio a un hombre que solía tener más de treinta años. Un ejemplo de estas fiestas rituales eran las llamadas Brauronia que se celebraban en el santuario de Braurón dedicado a la diosa Ártemis, a 38 km de Atenas. A esta fiesta, exclusivamente femenina, acudían las niñas después de cumplir los diez años y allí realizaban una serie de ritos de paso de la infancia a la edad adulta. Algunas se ponían máscaras de osos, jugaban y realizaban ejercicio físico. Allí entregaban ritualmente sus juguetes (la muñeca, la pelota, cuyo juego evoca la cratera en el centro de la vitrina y la cuerda), y a partir de ese momento podían ser desposadas.
Aun así, la maternidad en Grecia no era sólo un proceso biológico, tenía, como en otras culturas, el valor de producir ciudadanos útiles para el grupo social. Tener hijos no era sólo un asunto privado o familiar porque cada hijo varón sería un futuro soldado. Las mujeres con niños simbolizaban también el orgullo de la familia que muestra su progenie. En Grecia, las malas madres eran aquellas que llegan a imponer su amor de madre sobre las necesidades del Estado.
En los partos, que eran asistidos siempre por mujeres, se invocaba a las diosas Ártemis y Deméter, que personificaban la dimensión sobrenatural de la maternidad. Aunque la maternidad era cosa de mujeres, los padres eran los que tenían el derecho de admitir o rechazar al bebé dentro de la familia, a través de un acto ritual. Si el padre, al quinto día de nacimiento, lo levantaba del suelo y le ponía un nombre, pasaba a formar parte de la familia. Si no era así, debía ser expuesto y abandonado a su suerte, tal como nos cuentan muchos de los mitos griegos, que nos hablan además de la importancia de las nodrizas, por lo general representadas como ancianas, -como nos muestra la pequeña terracota-, figuras respetadas y valoradas en el entorno familiar.