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La infanta Isabel Clara Eugenia y Magdalena Ruiz
Ubicación: Sala 56. [P861]
Cronología: 1585 - 1588
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Medidas: 207 cm x 129 cm
Escuela: Española
Tema: Retrato
Procedencia: Colección Real

Sala 53
- Catalina de Austria, esposa de Juan III de Portugal.
- Juana de Austria.
- Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II.
- La infanta Isabel Clara Eugenia y Magdalena Ruiz.
- La reina Ana de Austria.
La infanta Isabel Clara Eugenia aparece en este retrato con Magdalena Ruiz, uno de los personajes más significativos entre los que amenizaban la vida en la Corte. Desde la muerte de la reina Ana de Austria, la infanta se ha convertido en la figura femenina central de la corte y en una colaboradora eficaz de su padre, el rey Felipe II, en las tareas de Gobierno: dirige la Casa Real, trata con embajadores y secretarios, escribe cartas, organiza documentos…
De ese modo adquirió una experiencia política que, quizá, impulsó a Felipe II a defender sus derechos al trono de Francia, a la muerte sin herederos de Enrique III, como hija de Isabel de Valois y nieta del rey Enrique II. Pero la conversión de Enrique IV de Borbón al Catolicismo alejó esa posibilidad.
Felipe II pensará entonces en ella para otro proyecto fundamental: el gobierno de los Países Bajos, divididos y en guerra permanente contra la soberanía real. En su testamento de 1594 designaba a Isabel Clara Eugenia como gobernadora y heredera de los Países Bajos, materializándose la donación, como dote, el 6 de mayo de 1598, dos días antes de su matrimonio con su primo el archiduque Alberto. La donación sólo tendría carácter definitivo si había descendencia, y entre tanto seguía siendo un estado protegido y controlado desde la corte madrileña, siendo el rey el responsable último de su conservación dinástica. Esta situación limitó las posibilidades de la acción de gobierno, pero no la actividad política de la infanta, que mantuvo una correspondencia muy activa y reivindicativa con el rey y sus validos.
Isabel Clara Eugenia fue muy consciente, desde su llegada a Flandes, de las dificultades para sostener y, desde luego ganar, la guerra de independencia que mantenían las Provincias del Norte -la actual Holanda-. Muy pronto apostó por la paz como única vía para frenar el deterioro económico y la inestabilidad de los territorios aún fieles a la corona, y así lo aconsejó a su hermano el rey Felipe III, con resultados positivos.
Entre 1607 y 1621 el país vivió una época de estabilidad que favoreció un importante desarrollo. Isabel Clara Eugenia y Alberto impulsaron las artes y las letras y la política internacional. Tuvieron como pintor de corte y embajador a Rubens, así como a Brueguel de Velours, Van Dyck y algunos de los pintores más importantes de su tiempo. El Museo del Prado y el monasterio de las Descalzas Reales, donde vivió y se educó en su infancia, conservan importantes obras de este periodo, algunas donadas directamente por ella.
Felipe IV la confirmó como gobernadora, tras la muerte de su esposo, sin descendencia, en 1621. Ha sido reconocido su trabajo para conseguir la paz, aunque sin éxito, en la bélica Europa de los años 1620-1630. La toma de Breda, que inmortalizó Velázquez, corresponde a este periodo. El espíritu conciliador que refleja el general Spínola no debió ser ajeno al pensamiento de la gobernadora, que permaneció en el cargo hasta su muerte en Bruselas en 1633.