![]() |
Museo del Prado | ![]() |
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía | ![]() |
Museo Nacional de Cerámica González Martí | ![]() |
Museo del Traje |
![]() |
Museo Arqueológico Nacional |
La actriz María Guerrero como "La dama boba"

Ubicación: Sala 60A
Cronología: 1906
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Medidas: 131 cm x 120,5 cm
Escuela: Española
Tema: Retrato
Procedencia: Museo de Arte Moderno

Joaquín Sorolla supo reconocer la importancia de la actriz y empresaria teatral María Guerrero en la España de comienzos del siglo XX. Refiriéndose a esta obra y al Museo del Prado, el propio Sorolla le dijo en cierta ocasión a la actriz: “Tú deberías estar en el Museo, y conviene que estés pintada por mí”.
En este retrato, la actriz más importante de su época tiene 39 años y tras ella aparece su marido, el también actor Fernando Díaz de Mendoza. La composición es todo un homenaje a los clásicos españoles, ya que la actriz aparece caracterizada como Finea, el personaje principal de La dama boba de Lope de Vega. Pero, al mismo tiempo, su vestido es una clara alusión a Las Meninas de Velázquez. En realidad Sorolla comenzó el cuadro en 1897, pero 9 años más tarde lo transformó; le añadió dos bandas horizontales, amplió el vestido de la actriz y cambió su semblante serio por otro más alegre, esbozando una leve sonrisa.
Hasta su muerte en 1928, María Guerrero desarrolló una gran actividad teatral en España e Hispanoamérica, interpretando y divulgando los clásicos españoles. Fue amiga y representó las obras de los grandes autores del momento como Benavente, Echegaray, Galdós, Marquina o Valle-Inclán. Y, además, trajo a España las tendencias más importantes del teatro europeo del momento, llegando a trabajar en Madrid con Sarah Bernhardt en 1895.
Desde su infancia estuvo en contacto con la intelectualidad madrileña y tomó parte en el cambio cultural que se vivió en esta ciudad a finales del siglo XIX y principios del XX, tiempo en el que se promovió la creación de teatros y espacios dedicados a la alta cultura, pero también las tertulias, los cafés, las zarzuelas y los cuplés fueron, sin duda, elementos que favorecieron un cambio en las costumbres decimonónicas del país. Todo ello permitió que las mujeres pudiesen experimentar nuevos roles en la vida pública hasta entonces vetados para ellas.
Una faceta muy importante en la vida de María Guerrero fue, precisamente, su actividad como empresaria de teatro. En 1909 compró con su marido el entonces llamado Teatro de la Princesa, donde fijó su residencia. Ese espacio hoy lleva su nombre y es sede del Centro Dramático Nacional.