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La vendimia, o El Otoño

Ubicación: Sala 94
Cronología: 1786
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Medidas: 267,5 cm x 190,5 cm
Escuela: Española
Tema: Paisaje
Procedencia: Real Patrimonio, 1870

El siglo XVIII redescubrió el valor de la naturaleza y la vida al aire libre provocando cambios en las formas de vida de las clases medias y altas, que comenzaron a ocupar calles y praderas en su tiempo de ocio con un sentido lúdico y exhibidor de riqueza, belleza y felicidad. Ese fenómeno llevaba aparejada una mayor apreciación de la imagen corporal y del vestuario, que adquirió color y dejó mostrar más libremente el cuerpo de las mujeres, especialmente a través de amplios escotes. Las relaciones entre hombres y mujeres también se relajaron y se pusieron de moda formas más galantes, como el cortejo.
La revalorización de la producción y el trabajo, de la gestión de los patrimonios, puede haber inspirado esta composición en la que podemos intuir a propietarios o arrendatarios visitando una de sus propiedades un día de recogida de uva. Al igual que en otras actividades agrícolas y ganaderas, hombres y mujeres trabajan en la vendimia, compartiendo o repartiéndose las tareas.
Las mujeres de las clases populares, solteras o casadas, siempre han tenido que trabajar para vivir, incluso desde su niñez. En el caso de las mujeres solteras, el trabajo en una unidad familiar ajena actuaba como protección y como vía para la obtención de una dote derivada de la reserva de su salario hasta su matrimonio.
Esta implicación en el trabajo familiar también debió darles cierta autonomía y limitar su dependencia del esposo, aunque de una manera muy limitada todavía. En las clases superiores la mujer aportaba una dote que daba garantías al esposo, al tiempo que el matrimonio le reconocía su supremacía. Como recogía una obra de 1741 dirigida a las adolescentes: “Nadie excepto un loco, tomaría por esposa a una mujer cuyo pan tuviera que ganarse únicamente con el trabajo del marido…”.