Las hilanderas, o La fábula de Aracne

Autor: 
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez

Ubicación: 15A

Cronología: Hacia 1657
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Medidas: 220 cm x 289 cm
Escuela: Española
Tema: Mitología
Procedencia: Colección Real

Esta es una de las últimas grandes obras de Velázquez, y la única en la que todas las figuras, tanto reales como mitológicas, son mujeres.

Como ya había hecho en pinturas de juventud, Velázquez juega con el efecto de “el cuadro dentro del cuadro”, en este caso para hablar de distintas mujeres en grados de realidad jerarquizada a escalas diferentes. En primer plano, las hilanderas, mujeres del pueblo que ocupan el lugar más importante de la representación. En segundo lugar tres mujeres de clase alta, dos de ellas entretenidas en mirar un tercer nivel: el de la diosa Minerva amonestando a Aracne, mientras una tercera proyecta su mirada hacia las trabajadoras manuales. Por último, el tapiz identificado como El rapto de Europa de Rubens, apenas visible.

Destaca la presencia de las hilanderas en primer plano, mujeres de tres generaciones que participan en el trabajo del hilado y devanado de la lana. Sus cuerpos transmiten actividad, viveza… Son mujeres reales, que se miran, que cooperan en una tarea manual común.

Pero, ¿cuánto de realidad hay en esta escena? En la época de Velázquez, la rueca y el hilado eran trabajos mal pagados y sin horarios definidos, que podían hacerse en las casas o incluso en la calle, para abastecer las necesidades de los gremios de tejedores. Pero esta imagen de las mujeres hilando en una fábrica de tapices es posiblemente una invención velazqueña, ya que los trabajos de hilado no se desarrollaban dentro de la fábrica,  aunque la obra ha querido asociarse a la Fábrica madrileña de tapices de Santa Isabel.

Cuando Velázquez pinta este cuadro,  las artesanas habían sido definitivamente expulsadas de los gremios y postergadas a trabajar en casa. Sin embargo, la presencia de las mujeres en los talleres siguió existiendo. Normalmente era la esposa del maestro la que asumía el hilado, ayudada por tres o cuatro mujeres a partir de los doce años; eran consideradas como criadas y se les negaba la condición de “aprendices”, con lo que nunca podían progresar y adquirir independencia en su oficio, ni tampoco organizarse en cofradías. ¿No cabe la posibilidad de que Velázquez, además del mito de Minerva y Aracne, nos esté hablando de la realidad de las mujeres de su tiempo?

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