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Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús niño

Ubicación: Sala 52B
Cronología: 1525 - 1532
Técnica: Óleo
Soporte: Tabla
Medidas: 140 cm x 119 cm
Escuela: Española
Tema: Religión
Expuesto: No
Procedencia: Adquisición, 1941

La recuperación de una genealogía femenina de Jesús en el siglo XV no debió ser ajena a la posición social de las mujeres. Obras como la Sagrada Parentela de la Virgen que nos presenta Fernando Yánez de la Almedina reflejan la feminización devocional que se está produciendo y fomentando desde la misma Iglesia. Así se ofrecen referentes femeninos a la sociedad, pero debemos pensar en el tipo de significado dominante que puede haber detrás de ese fenómeno. Santa Ana y santa Isabel reflejan la importancia de la descendencia en la vida de los esposos y el rechazo social ante la esterilidad. En ambos casos es Dios quien concede el privilegio de la capacidad creadora, como recuerda la escena del abrazo ante la Puerta Dorada que aparece al fondo. También es Dios quien propone a María ser la Madre de su Hijo, propuesta que ella acepta incondicionalmente, como aceptó san José ser su esposo. La iconografía resulta un arma más potente que la literatura en el reflejo de la maternidad deseable para los diversos cristianismos.
La escena refleja prácticas familiares cotidianas: las mujeres comparten espacios y tiempos de ocio, y colaboran en la educación de los hijos, que parecen ser el objetivo básico de sus vidas, a juzgar por sus miradas. Las sociedades burguesas urbanas suelen situar estas escenas familiares en espacios interiores, asociando a las mujeres al ámbito doméstico de una manera más explícita que en las agrarias.
Las tres mujeres cubren sus cabezas con velos, y sus ropas cubren su cuerpo pudorosamente limitando su capacidad de movimiento.
El culto a Santa Ana se fue fortaleciendo en Castilla en la Edad Moderna, aunque la figura que adquirió una dimensión nueva en su aspecto, consideración y relaciones con el hijo, fue San José, impulsado por jesuitas y carmelitas en una sociedad que recupera con fuerza el discurso de los dos espacios y pone límites legales a las mujeres para formarse e intervenir en el espacio público.