Vestido romántico (1830)

Ubicación: Sala 5. Romanticismo (1833-1868)

Cronología: 1830-1833

El fin de la Revolución Francesa, la desintegración de los principios que impulsaron el proyecto napoleónico y la imposición progresiva de una mentalidad burguesa, instauran una nueva percepción de la sociedad radicalmente opuesta a los ideales revolucionarios de 1789 y determinan la imposición de un nuevo arquetipo de feminidad.

El Romanticismo impone un modelo de feminidad que se puede sintetizar en la expresión “el ángel del hogar”. Frente a la visión activa y emancipadora que proyecta la Revolución Francesa -si bien la Revolución no fue liberalizadora para las mujeres-, el Romanticismo fomenta un ideal de mujer que hunde sus raíces en los tratados educativos  renacentistas que recluían la esfera de influencia y actuación de las mujeres al ámbito doméstico. La perfecta casada de Fray Luis de León (1584) es el manual de educación femenina de mayor repercusión en Europa desde el siglo XVI hasta bien entrado el siglo XX y bajo cuya influencia se perfila la imagen romántica del ángel del hogar. El manual describe el paradigma de la buena esposa cristiana cuyas cualidades se pueden resumir en fidelidad, servidumbre y amor a Dios y cuya domesticidad se justifica porque: 

“no las dotó Dios ni del ingenio que piden los negocios mayores, ni de fuerzas las que son menester para la guerra y el campo, mídanse con lo que son  y conténtense con lo que es de su suerte, y entiendan en su casa y anden en ella, pues las hizo Dios para ella sola”.

El pensamiento ilustrado del siglo XVIII también reflexionó sobre el papel de las mujeres en la sociedad de las Luces y la Razón. Sin embargo, salvo los escritos de Mary Wollstonecraft, Olimpia de Gouges, Poullain de la Barre y el marqués de Condorcet, la Ilustración no cuestiona los ideales renacentistas de feminidad. El Emilio o De la educación de Rousseau (1762), manual de educación que sintetiza los nuevos valores ilustrados de feminidad, sólo concibe la educación de las mujeres como un bien necesario para el correcto funcionamiento del hogar y para permitir que el hombre concentre sus esfuerzos en su construcción como sujeto político.

Desde los posicionamientos rousseaunianos, las mujeres quedan despojadas de los rasgos definitorios del sujeto político, de su identidad como ciudadanas y, por consiguiente, invalidadas para la actuación pública. El modelo del ángel del hogar identifica a las mujeres  con el mundo de la naturaleza y las relega al espacio doméstico. La moda femenina de la primera mitad del siglo XIX se adecúa al modelo ilustrado de mujer doméstica eliminando todos los elementos estilísticos derivados de la Revolución Francesa.

La cotilla, que la Revolución Francesa había eliminado de la indumentaria femenina, regresa con fuerza para resaltar la silueta. Los primeros trajes románticos se inflan precisamente para reforzar, por contraste óptico, la esbeltez del cuerpo. La indumentaria femenina básica del Romanticismo es el vestido enterizo o vestido compuesto de falda y cuerpo. La falda tiene una caída acampanada con elementos decorativos en la pantorrilla (volante o pasamanería, flocaduras, tiras de encaje o bordadas). La cintura concentra toda la atención del conjunto mediante el uso de un corsé interno y un cinturón externo que realza la cintura y reduce su perímetro. El contraste con las mangas acolchadas que flanquean la cintura crean un efecto visual que incrementa la sensación de ligereza y esbeltez de la silueta. Los vestidos aparecen cubiertos en su parte superior por solapas y cuellos de punto conocidos como palatinas o pelerinas que cubren el pecho pese a que no existen profundos escotes. En ocasiones los vestidos se cubren total o parcialmente con sobretodos (amplias y voluminosas capas) y en invierno se suele recurrir al uso de redingontes o vestidos-abrigo.

La moda femenina que impone el Romanticismo dificulta la libertad de movimiento del cuerpo por el uso de amplios faldones, corsés, volantes y efectos acolchados que impiden una correcta articulación corporal. La imagen que se proyecta de las mujeres es la de sujetos pasivos, carentes de movimiento e incapacitados para el desarrollo de actividades físicas por el uso de una indumentaria artificial, voluminosa y cosificada que convierte el cuerpo femenino en un cuerpo inerte.

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